Habiendo recibido nueva obediencia de parte de mis superiores de la Congregación Salesiana del Perú, quiero aprovechar esta oportunidad para agradecerles por estos dos años, donde en medio de ustedes me he sentido muy querido, acompañado, aceptado y sobre todo viendo en sus rostros muchos deseos de conocer al Señor, muchas ganas de mostrarme su cariño, su cercanía y sobre todo recordarme que soy sacerdote en medio de ustedes y aceptarme también con las dificultades y las limitaciones humanas que cada uno tiene. Quiero agradecerles sobre todo porque me han enseñado a recuperar muchas cosas que aparentemente las había perdido y que el Señor a través de ustedes me ha permitido regalarme y adornar mi vida como sacerdote, como salesiano, como hombre de la iglesia. Han sido dos años muy fructíferos donde he podido también renovar mi espiritualidad salesiana y Mariana y donde he podido compartir con la familia salesiana y sentir lo que es verdaderamente una familia. Todos creo que han hecho mucho para mi vida y no saben cuanto va a significar para mí.
Tengo ahora este nuevo encargo de partir hacia el trabajo en la formación salesiana, trabajo que ya hice día antes, y que el Padre Inspector ha tenido el detalle de invitarme a compartir esa tarea y donde esta pues, el futuro de la congregación, el futuro de la iglesia. Por eso les pido que recen, no solamente por los jóvenes, sino también recen por mí, para que el Señor me conceda sabiduría para acompañar y descubrir voluntad de Dios en mi vida y en la vida de cada uno de los jóvenes, que el Señor va poner en mi camino.
En mi corazón y en la eucaristía de cada día, mi recuerdo por cada uno de ustedes. Sigan creciendo en ese amor a Jesús. En ese amor a la Virgen. No hagan de la devoción a María Auxiliadora un evento de una vez al año, sino que sea de todos los días, de todos los años.
Muchísimas gracias. ¡Qué Señor les bendiga!
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