Novena a María Auxiliadora

lunes, 23 de mayo de 2011

Día 9º de la Novena de María Auxiliadora

Día 9º de la Novena de María Auxiliadora – Homilía del P. José Antonio Pacha SDB

Jesús fue un gran revolucionario, no en el sentido de tomar las armas de la violencia, sino porque supo romper esquemas de la cultura de su época. Desde lo alto de la montaña nos ha proclamado estas bienaventuranzas que hemos meditado durante estos días, quizás nunca en la historia se escucharon palabras tan revolucionarias como éstas. una sociedad materialista, machista y regida por la Ley mezquina del "ojo por ojo" Jesús invita a seguir la pobreza de espíritu, la paz, la misericordia, Ia limpieza de corazón, etc. Desde entonces han pasado dos mil años y sus palabras son hoy tan actuales como lo eran el día en que las proclamó.

Acogiendo su voz hemos estado subiendo durante estos días al monte espiritual de las bienaventuranzas. Si subimos no es solo por nuestro esfuerzo personal, porque bien sabemos que todo esfuerzo humano es inútil sin Dios. Primero Dios tuvo que descender misericordiosamente en la persona de su Hijo hasta lo más profundo de nuestra miserable condición pecadora, para que nosotros, una vez redimidos, podamos ascender con y hacia Él. No hay un ascenso si antes no ha habido un descenso. De manera paradójica Jesús no está solamente arriba, en la cima del monte, sino que Él hace el camino con nosotros desde abajo, acompañándonos constantemente con su gracia divina. Y en la medida en que vamos subiendo con Cristo, nos vamos haciendo más perfectos. Hemos visto que este camino de perfección nunca encuentra límites, porque solo Dios es perfecto y Él es infinito. El límite de la perfección consiste en no tener límites. Conforme subimos Jesús nos va saciando, nos lleva a plenitud, pero al mismo tiempo sigue abriendo nuestro apetito para que sigamos siendo cada vez más perfectos. No se trata de caer en el perfeccionismo, es simplemente comprender que por el camino de la virtud mañana podemos ser mejores que hoy y que estancarse en este proceso es retroceder.

Jesús invita a vivir la pobreza de espíritu, pero Él mismo es el pobre; invita a vivir la mansedumbre, pero Él mismo es el manso y estar con Él para siempre es la tierra prometida que se nos ofrece en recompensa; nos invita a asumir el llanto feliz, pero Él mismo ha sufrido por nosotros y es el consuelo de los que sufren; nos invita a tener hambre y sed de nuestra salvación, pero sólo Él sacia nuestros deseos más profundos y nos sigue abriendo el apetito; nos pide practicar Ia misericordia con los hermanos, pero en Él, Dios nos ha mostrado personalmente su misericordia; llama felices a quienes tienen el corazón puro y les promete la visión de Dios, pero Él es la imagen de Dios que resplandece en lo más íntimo de nosotros mismos; a quienes construyan la paz les ofrece la filiación divina siendo Él, el Hijo por excelencia; y a quienes son perseguidos por causa suya les ofrece el Reino, siendo Él mismo la corona de gloria que reciben los vencedores en el combate de la vida. En una palabra, Jesús mismo es el premio prometido para quienes se atreven a ascender con Él y son capaces de llegar muy arriba.

Durante estos días de novena a nuestra Madre hemos venido recorriendo juntos un camino espiritual y progresivo, grada por grada, ascendiendo hasta la cima del monte, donde Jesús nos espera con los brazos abiertos. ¿Qué nos queda ahora? Simplemente creer que esto es posible, creer que podemos subir y llegar bien arriba, y que vale la pena hacerlo. En el subir se juega nuestra auténtica felicidad y el mismo Jesús llama felices o bienaventurados a quienes suben con “Él" .Alguna vez, según un antiguo cuento, los animales se reunieron en congreso para quejarse de los atropellos y excesos cometidos por los seres humanos contra ellos. Todos confesaban ser víctimas de los robos del hombre, todos, menos el caracol, que adujo tener tiempo. Sucede que en la vida moderna nos falta tiempo para todo, pero éste es el tiempo que Dios nos da para amar, no hay otro. AI final seremos juzgados en el amor, pero quien ama de corazón trata de ser humilde, busca la mansedumbre, sufre con amor, construye Ia paz, etc. No existe otra manera. La vida hay que rumiarla para comprenderla mejor desde la fe.

María es la mujer bienaventurada porque vivió a cabalidad el espíritu de las bienaventuranzas. Ella habla poco en el evangelio, pero hace mucho, y lo último que dice a los criados es: "Hagan !o que Él (Jesús) les diga". Ése es el aguinaldo que nos deja esta novena que termina. Hagamos lo que nos dice Jesús, subamos con Él por el monte de las bienaventuranzas y de seguro encontraremos aquella felicidad que tanto buscamos.

1 comentario:

  1. Gracias, he podido seguir toda esta Novena y me ha hecho recordar muy bellos momentos cuando estaba en el colegio

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